El 26 de Diciembre de 1978 el Consejo de Ministros de España ratificó la modificación de la Ley 16/1970 sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social. Esta ley, aprobada por el régimen franquista el 5 de agosto de 1970 (y que sustituyó a la antigua Ley de Vagos y Maleantes de 1948) castigaba a cualquier persona considerada peligrosa social, entre las que figuraban las personas de la comunidad LGTBIQ+.
Bajo la imposición de esta norma, muchxs compañerxs LGTBIQ+ fueron injustamente apresadxs, torturadxs, maltratadxs, perseguidxs, vejadxs o sometidxs a tratamientos de choque. Simplemente por tener una orientación sexual o una identidad sexual o de género, que no encajaba con la que quería el régimen. Esta fecha -26 de Diciembre de 1978- queda marcada en la historia de la la comunidad LGTBIQ+ de España, continuando su lucha por la igualdad de derechos.
Buenos días Víctor, cuéntanos un poco cual ha sido tu trayectoria profesional y cuáles son tus responsabilidades dentro de la Fundación 26 de diciembre.
Vengo de las Humanidades, soy Doctor en Estudios Culturales, activista y escritor. He trabajado como investigador y docente en distintos centros en Madrid y Roma. En la Fundación 26 de diciembre llevo el área de formación e investigación, en la que se desarrollan los proyectos de producción y transferencia de conocimiento. Es un área amplia y diversa que, además, está en crecimiento. Organizamos Jornadas anuales de Investigación, Memoria y Experiencias, que cada año versan sobre un tema distinto, elaboramos guías y manuales sobre diversidad, envejecimiento y salud, además de las formaciones a entidades, empresas, centros educativos… donde se nos requiera vamos a impartir charlas de sensibilización o formaciones específicas a profesionales.
Me gustaría que nos contaras brevemente la historia de la Fundación así como los objetivos y proyectos que estáis llevando a cabo.
La Fundación 26 de diciembre nace en 2010, con el objetivo de ser un espacio para las personas mayores del colectivo LGTBI+. Un lugar para encontrarse, para poner en común sentires, expectativas, historias de vida… un lugar para socializar, en principio, y a partir de esa primera idea se han ido identificando demandas, problemas, situaciones que no estaban cubiertas, que eran frecuentes y que requerían atención. La Fundación comienza a crecer entonces para tratar de dar respuesta a esos problemas. Se crean áreas de atención y acompañamiento a mayores LGTB+ en situaciones de especial vulnerabilidad, entre ellas hay pisos supervisados, actividades de socialización, servicio de atención a domicilio y, como sabes, esperamos poder abrir este año la primera residencia especializada en mayores LGTB+.
¿Consideras que las personas mayores del colectivo LGTBIQ+ son las grandes desconocidas cuando hablamos de longevidad? ¿Por qué?
¡Cuando hablamos de mayores en general! Quiero decir que cuando hay un colectivo sobre el que solo existen estereotipos en realidad lo que hay es desconocimiento. Desconocemos a los mayores como sujetos de deseo, con sexualidad, con identidad clara y distinta, parece que cuando envejecemos perdemos todo lo que nos define, como si la edad borrase quiénes somos. Entonces claro, una persona que ha sido siempre señalada por su orientación o su identidad diferente, cuando eso se borra porque simplemente eres “mayor”, ¿quién eres? Es más complejo de lo que puede parecer.
Está claro que la visibilidad que existe hoy del colectivo LGTBI+ no incluye a los mayores, es una realidad que pasa a un segundo plano, se invisibiliza. Piensa que la Fundación toma ese nombre porque el 26 de diciembre de 1978 se despenaliza la homosexualidad en España. Se pretende conmemorar esa fecha, por supuesto, pero también reivindicar a esa generación que fue joven entonces, que tuvo por primera vez conciencia de que era un colectivo… esa generación es hoy mayor, y enfrenta problemas sobre los que no se había pensado.
¿Cuáles son las singularidades y problemáticas específicas del colectivo de las personas mayores LGTBIQ+? Y ¿Cuál ha sido su evolución en los últimos años?
Existe estos días la tentación de decir que respecto al colectivo ya no pasa nada, o ya está todo conseguido… porque cuando pensamos en el colectivo LGTBI+ pensamos en presente, y es lógico. Es habitual hablar del tema, que esté cada vez más normalizada la convivencia en los entornos escolares o laborales, o que se trate en series y películas con naturalidad. Es la normalidad de nuestro tiempo, pero se nos olvida que convivimos con varios tiempos y con distintas percepciones. Hoy en día nos llama la atención la noticia de que a una persona joven la echan de casa por ser del colectivo, aunque sigue pasando (porque sigue pasando), pero antes, hace 30, 40 ó 50 años eso era lo normal. Entonces hablamos de una generación que por lo general no tiene lazos familiares y ha tenido grandes dificultades de acceso al mundo laboral, con las consecuencias que tienen estos factores al envejecer.
Además de todo ello, piensa en la percepción del mundo que puede tener alguien que ha atravesado por distintos capítulos políticos y culturales, en los que siempre ha salido a debate su identidad, su orientación, y que ha experimentado episodios de violencia. No te digo necesariamente violencia física, aunque por supuesto también hay muchos casos, sino los típicos comentarios humillantes, las bromas, las salidas de tono… pues a lo mejor cuando somos mayores no nos vemos con las fuerzas suficientes para soportarlo.
A tu juicio, ¿cuáles serían las propuestas de actuación tendentes a mejorar la calidad de vida de estas personas mayores del colectivo LGTBIQ+?
Están en relación con lo que te comentaba antes. Cuando existe una percepción de que los espacios no son seguros, y atravesamos una etapa de vulnerabilidad como es la vejez, puede ocurrir que directamente dejemos de hacer uso de esos espacios. Con eso me refiero a lugares para la socialización de mayores, pero también al médico o a los espacios residenciales.
El aislamiento y la soledad no deseada son problemas generalizados, y especialmente de los mayores del colectivo LGTBI+, los últimos datos que tenemos son los del informe de la FELGTB del 2019 y reflejan problemas sobre los que tenemos que trabajar: hacer que los espacios sean seguros y formar al personal profesional de los recursos, ser sensible a todas las realidades, atender adecuadamente… el camino a la inclusión no es difícil, se trata de tener las herramientas, por eso es importante la formación. Tenemos testimonios de mayores que cuando se ven en situación de dependencia, para vivir en residencia, vuelven a armarizarse por miedo. ¿Te imaginas pasar tu última etapa negando quien eres por miedo a una agresión?
¿Cómo Fundación, cuáles son los retos que tenéis a la hora de dar respuesta a estas necesidades y cómo veis vuestro futuro?
Seguir creciendo, tratar de llegar a más gente, colaborar con más entidades… siempre hacia delante, por supuesto, pero con la idea de que el movimiento ha de hacerse colectivamente. Es un camino en el que trabajamos por cambiar los imaginarios, por crear espacios de diálogo intergeneracional, por vincular otras ideas para los cuidados, para las relaciones… tenemos la oportunidad de hacerlo, de aprender de nuestros mayores, de compartir y poner en común nuestras experiencias y de crear, por qué no, otros modos de convivencia para el envejecimiento.